Marcel Giró


Premsa

La magia de lo común

Àngels Manzano. La Vanguardia Magazine
Maig 2014

Cuando, en 1937, Marcel Giró, harto de los enfrentamientos entre las diversas facciones del ejército republicano, decidió exiliarse, no imaginaba en absoluto que, unas décadas después, sería considerado uno de los grandes fotógrafos de Brasil. Y tampoco sus conciudadanos actuales conocen la repercusión en Latinoamérica de la obra de este hijo de Badalona, que ahora está siendo reivindicada con la exposición Marcel Giró, fotògraf. Transformar 'les coses corrents en extraordinàries' (transformar las cosas corrientes en extraordinarias).


¿Por qué ese desconocimiento? Giró (Badalona, 1913-Mirasol, 2011) triunfó en Brasil sobre todo en los años cincuenta y sesenta, y en aquella España de la posguerra la modernidad quedaba muy lejana, y no sólo en términos físicos. El otro motivo es el poco interés que el propio autor tuvo por mostrar su obra en la tierra que le vio nacer y donde pasó su juventud y sus últimos años.


En realidad, su valiosa obra, que había recibido el reconocimiento al otro lado del Atlántico, aquí pudo quedar para siempre olvidada en las cajas y maletas que el fotógrafo trajo desde São Paulo y que nunca llegó a abrir, de no ser por su sobrino Toni Ricart. Este, después de la muerte de Giró, se encontró con su enorme archivo y decidió que aquel material no podía quedar en el olvido, aunque supusiera una pequeña traición a la voluntad de su tío.


La aventurera vida de Marcel Giró, hijo de una familia acomodada, da la dimensión de una personalidad forjada por los avatares de su tiempo. Al inicio de la Guerra Civil se movilizó como voluntario en las filas republicanas. En 1937, decepcionado por los enfrentamientos entre las diferentes facciones que luchaban contra Franco, decidió exiliarse a Francia, donde ejerció diferentes oficios. Viajó a Colombia y allí montó un pequeño negocio textil, y, al fin, en la década de los cuarenta, llegó a São Paulo, lugar que le fascinó y donde se instaló con su mujer y musa, Palmira Puig.


Allí encontró en la fotografía artística un medio para desarrollar su creatividad, y en la fotografía publicitaria, uno para el sustento. La primera la desarrolló en el seno del prestigioso 'Foto Cine Clube Bandeirante' de São Paulo; la segunda, en su propio estudio, que llegó a ser uno de los mayores de Brasil.


La mayoría de las fotografías fueron tomadas con una Hasselblad durante sus paseos por una ciudad tan inmensa, llena de contrastes y rabiosamente moderna como lo era São Paulo en los cincuenta. Como integrante del movimiento moderno, Giró persigue una estética, utiliza un lenguaje formal que tiene su propia sintaxis: altera las perspectivas, contrasta luces y sombras hasta el límite y se acerca tanto a las líneas y los puntos de las texturas que logra convertirlas en pinturas o en delicadas caligrafías. Distorsiona la realidad para transformarla en objeto artístico.


El componente artístico de su obra es tan intenso que, medio siglo después, sigue maravillando a un espectador sensible. Fascina porque todos deseamos ver la realidad desde otro ángulo, a ser posible más bello, más mágico, más misterioso. Giró desvela lo extraordinario que hay en lo común. 



Àngels Manzano



La Vanguardia